domingo, 15 de mayo de 2011

El nacimiento del lector. Francesco Tonucci

¿Qué es leer? ¿Consiste exclusivamente en saber descifrar los dibujos de las letras o supone esto más el placer de la acción?
Quizá ese sea el problema, quizá deberíamos definir lo que para cada uno es la lectura. 
En el colegio enseñan a descifrar y por eso los niños se aburren y no desean descifrar con frecuencia, quizá si se enseñara a descifrar, a leer con otra motivación los niños desearían leer. Porque leer es divertido, leer es apasionante y deberíamos transmitir ese sentimiento a los futuros lectores y no sólo transmitirles lo necesario de saber leer.
Esta transmisión con pasión es sólo posible o al menos más sencillo, cuando el transmitente -padre, maestro- es un apasionado de la lectura. Facilitará esta ardua tarea elegir buenos textos literarios para infantil (iniciación a la lectura). Quedaron atrás los textos moralizantes, didácticos, ahora hay verdaderas joyas literarias para nuestros pequeños ciudadanos. Cuentos, historias, poesías que conectan con su mundo, con sus gustos e intereses, con sus preocupaciones y miedos; literatura para disfrutar.
Además de este problema que se da en la escuela, detectamos otro y es que en la escuela no se concibe la lectura por disfrute, sólo se leen textos para posteriormente evaluar contenidos, aptitudes, etc. Este aspecto entierra cualquier motivación que pueda tener el lector, además de porque no se contempla la faceta lúdica, porque se está juzgando al niño.
La metodología para iniciar la lectura tampoco es la más apropiada. El niño desea escribir y leer, imita el comportamiento del adulto con sus símbolos y dibujos dotándolos de un significado que sólo ellos entienden, por eso, quizá sea interesante hacer hincapié en este aspecto, en este deseo del niño por aprender y partir desde ese punto.
Todo esto, y como ya se ha argumentado en otras entradas, debe ser precedido y acompañado de la escucha, del hábito de la lectura, de establecer espacios y momentos propicios para entregarse al placer de un buen texto y por supuesto de permitir al pequeño lector sentirse un lector de verdad, proporcionándole materiales de calidad, libros de verdad, visitas a bibliotecas, la oportunidad de elegir libros de forma autónoma; en resumen, permitiéndole amar la literatura y el mundo que la rodea.

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