lunes, 16 de mayo de 2011

Ernesto Teodoro Hoffmann

Dijo de sí mismo que era como uno de esos niños nacidos en domingo que ven cosas invisibles para los demás hombres. Y fue, sin duda, un ser excepcional, extraordinariamente dotado para la literatura, la música y la pintura. 
Nació en Konigsber en 1776 y murió en Berlín a los 46 años de edad, dejando una obra literaria y original, sus famosos Cuentos fantásticos. Sin embargo, había estudiado derecho y gran parte de su vida fue un brillante funcionario que estuvo destiando en Polonia como asesor del Gobierno. Era también un notable compositor de música y de óperas y un virtuoso director de orquesta. Pero finalmente, elegiría el arte y abandonó la carrera judicial para dedicarse por completo a escribir en sus últimos años de vida.
época ésta de vida desordenada, con graves problemas económicos y una salud delicada, que no le impidió escribir frenéticamente.
De todos los escritores románticos alemanes, Hoffmann es el más próximo a nosotros por su fantástico universo, en el que se mezclan el sueño y la realidad y aparecen muñecos que hablan, seres de carne y hueso y fabuloso países inventados.

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